(Video: Cortesía Deutsche Welle)

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Hasta ahora nadie se ha responsabilizado de los recientes ataques terroristas en el noreste de China. Si el baño de sangre en un mercadillo de Urumchi, la capital de la región de Sinkiang, fue obra de los separatistas, a estos hay que decirles: nada puede justificar ese crimen. El ataque no fue un acto de heroísmo, sino de violencia ciega contra inocentes.

Simultáneamente, el ataque terrorista demuestra que ese tipo de acciones no puede ser impedido con cada vez más represión. En Urumchi y otras ciudades de la región, de población islámica mayoritariamente uigura, un pueblo túrquico, fuerzas de seguridad fuertemente armadas están ya tan presentes que es casi inimaginable aumentarlas. También los servicios secretos operan al máximo.

Los uigures en la mira

Los uigures están en la mira en China desde 2009. Ese año, luego de la muerte de dos trabajadores itinerantes uigures en el sur de China, uigures de Sinkiang desataron una orgía de violencia contra personas del grupo étnico de los han, que constituyen casi el 92 % de la población de la República Popular China. El resultado: 200 muertos.

El Partido Comunista de China ve detrás de toda voz que defienda a los uigures intentos de separatismo e islamismo. Voces moderadas, que quieren promover el diálogo entre uigures y chinos, son acalladas de inmediato. Sucede justamente lo que un representante del Instituto Nacional de Política de Nacionalidades, con sede en Pekín, dijo el año pasado con respecto al caso de Tíbet: con su política de mano dura, Pekín ataca también a muchas personas que básicamente no se oponen al dominio chino.

Pekín se sorprende de por qué los uigures no se alegran del desarrollo económico de su región ni son grandes admiradores del Partido Comunista. Los funcionarios olvidan que de ese desarrollo económico se han beneficiado sobre todo los chinos que han emigrado a esa región y no los uigures. Los uigures no tienen peso alguno ni en la economía, ni en la política, ni en la administración.

Pekín debe intentar aclarar los móviles e identificar a los autores del atentado de Urumchi. Haría bien, sin embargo, en no hacer responsable de ello a todo un pueblo. Y en lo que se refiere a la política de “mano dura”: ¿puede ser un buen médico aquel que le da a un paciente cada vez más de la misma medicina, a pesar de que esta no ayuda, pero posee numerosos nocivos efectos secundarios?

Algo más que shows folclóricos

Los funcionarios tampoco comprenden que para conservar la identidad cultural se necesita algo más que shows folclóricos en la televisión o representaciones de danzas típicas para los turistas. Simultáneamente es derribado gran parte del casco antiguo de Kashgar sin consultar a los afectados. Que los funcionarios públicos no puedan llevar barba y que toda actividad religiosa sea sospechosa fortalece aún más la sensación de ser extranjero en el propio país.

Y algo más: en China sucede cada vez más a menudo que personas aisladas desatan en un momento de ira verdaderas orgías de violencia. Un día antes del ataque en Urumchi, un atacante había matado en una aldea de la provincia de Henan a siete personas con un cuchillo. Una y otra vez se registran asimismo ataques a escuelas y guarderías, donde débiles encuentra a víctimas aún más débiles.

(Por: Matthias von Heim/Deutsche Welle )