(Video: Cortesía Deutsche Welle)

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Aunque el presidente interino de Ucrania, Alexander Turchinov, no deja de insistir en que la propaganda rusa es el catalizador que agrava la crisis institucional, política y social de esa exrepública soviética, también ha reconocido que los secesionistas prorrusos son apoyados por un sector nada desestimable de la población en el este del país. Turchinov ha dicho que desea dialogar con los representantes de la sociedad civil de esa región, y los separatistas dicen estar dispuestos a negociar si Kiev suspende las llamadas “operaciones antiterroristas”.

Ambas partes parecen estar interesadas en el reconocimiento mutuo, pero el acercamiento no se consuma. El referendo para declarar unilateralmente la independencia de la cuencua del Donbás siguió su curso, los combates entre militantes prorrusos armados y las fuerzas de seguridad oficialistas se reavivaron, y algunos líderes rebeldes han asegurado que las elecciones presidenciales del 25 de mayo no se realizarán ni en Donetsk ni en Lugansk, los dos distritos del Donbás que están bajo el control de los separatistas.

Frente a tanta incertidumbre, DW habló con Ralf Wachsmuth, exdirector (2003-2006) de la Fundación Konrad Adenauer en Kiev, sobre la consulta secesionista en cuestión, sus posibles consecuencias y una posible solución para la crisis ruso-ucraniana.

Deutsche Welle: ¿Teme usted que, tras el referendo independentista de este 11 de mayo, Ucrania se halle de nuevo en un escenario como el de Crimea?

Ralf Wachsmuth: No lo creo. No están claros los motivos detrás del referendo de este 11 de mayo ni las secuelas que tendrá. Lo único que está claro hasta ahora para Alemania, para Europa, para Estados Unidos y para el resto del mundo es que ese referendo no es legal, no es vinculante, no es justo y no es libre. Sus resultados son previsibles, pero no nos queda otra opción que esperar y ver qué hacen los separatistas con los votos de la población.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, hizo un llamado para que los separatistas en Ucrania pospusieran el referendo independentista, pero éstos siguieron adelante. ¿Fue su llamado una simulación o es que acaso Putin no tiene influencia sobre los separatistas?

No podemos leer los pensamientos de Putin. Hoy dice una cosa y mañana dice otra. La incertidumbre en torno a los planes de Putin es muy grande en este momento, porque uno no tiene ni la más remota idea sobre aquello que lo inspira, que lo motiva, ni tampoco sobre la dirección que tomará.

¿Cree usted que Occidente ha fallado al tomarle el pulso a la situación en el este de Ucrania?

No sería la primera vez que lo hace. Durante la ‘Revolución Naranja’ ocurrió algo similar. Nosotros sabemos muy poco sobre Europa del Este, sobre sus percepciones y sobre lo que sienten sus habitantes. Las protestas en la Plaza de la Independencia de Kiev y sus resultados no despertaron mucho entusiasmo en el Este. Personalmente, yo creo que el referendo independentista es la válvula de escape a la mano para ventilar de alguna manera la rabia que se le tiene al nuevo Gobierno de Kiev. No creo que se le deba dar tanta relevancia a esta consulta.

¿Qué tan viejo es el conflicto en Ucrania entre los ciudadanos de ascendencia rusa y aquellos que no lo son? ¿No es ese un fenómeno relativamente nuevo?

Yo creo que las tensiones entre unos y otros vienen aflorando desde hace mucho tiempo. Eso ya era evidente durante la ‘Revolución Naranja’. Y esas diferencias deben ser analizadas cuidadosamente, porque las cosas no pueden seguir como están. Inesperadamente se ha empezado a hablar de nuevo sobre la reforma de la Constitución en relación con las elecciones presidenciales del 25 de mayo. Ahora se plantea que el término ‘federalismo’ debe aparecer en la Carta Magna. Eso me sorprende porque todavía tengo el recuerdo fresco del ex primer ministro Víktor Yúschenko amenazando con encarcelar a quien quiera que osara mencionar las palabras ‘federalismo’ o ‘descentralización’. Eso era en los días en que la ‘Revolución Naranja’ estaba fresca. Ahora, el federalismo luce como una posible solución para la crisis ruso-ucraniana.

Considerando las circunstancias actuales, ¿cree usted que se puedan celebrar las elecciones presidenciales del 25 de mayo?

En este instante todo hace suponer que se realizarán. De hecho, se han tomado previsiones para el caso de que los comicios no se puedan realizar de la manera prevista en una u otra región de Ucrania. Esas elecciones presidenciales tienen sentido. No obstante, cuando uno pasa revista a los políticos que aspiran al cargo, es inevitable pensar que el ‘borrón y cuenta nueva’ prometido en la Plaza de la Independencia de Kiev debería tener otras caras. Los candidatos con mayores probabilidades de triunfo -–Petro Poroshenko y Yulia Timoshenko-– son cualquier cosa menos ‘fuerzas nuevas’. Ambos tienen un pasado poco elogioso. Pero las protestas masivas de la Plaza de la Independencia no produjeron nuevas personalidades con potencial para estabilizar la sociedad y la economía de Ucrania, para persuadir a la población de que hay una luz al final del túnel.

(Fuente: Deutsche Welle )

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