Para Eslava, los estudiantes universitarios arrastran una preparación muy pobre de la escuela. (Foto: USI)

Para Eslava, los estudiantes universitarios arrastran una preparación muy pobre de la escuela. (Foto: USI)

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Por José Miguel Silva @jomisilvamerino

Como hace más de 20 años, Jorge Eslava Calvo se dedica a la docencia, a la formación de jóvenes peruanos. Pese al tiempo que esta labor le toma, él sigue inmerso en el ámbito literario. Ahora ha seleccionado los mejores poemas peruanos que tocan dos temas fundamentales en la formación de una persona: el hogar y la escuela. Aparecerá en dos volúmenes De la mano I y II, publicados por Editorial SM.

Conversamos con él sobre estas publicaciones y también sobre temas de actualidad como la Ley de Reforma Universitaria, el Plan Lector la situación de la educación en nuestro país.

Coménteme un poco sobre las publicaciones que ha lanzado la editorial sobre hogar y escuela en la poesía peruana.
Es un gran mérito que una editorial apueste por publicar poesía y, sobre todo, poesía para niños. Las publicaciones tocan dos temas formativos en el niño: la escuela y el hogar. O mejor dicho, el hogar y la escuela. Entonces, le hice la propuesta a SM con una amplia selección de poemas con esos ejes temáticos, pensando en reducir la antología y que solo se publicara un tomo, pero la editora se entusiasmó con el proyecto y lo que me propuso fue más bien que lo convirtiera en dos. Es decir, no reducir la selección, sino segmentarla en dos libros de modo tal que un libro pudiera ser para los más pequeños, digamos niños de primero, segundo, tercer y cuarto grado; y una segunda selección que cubriera los últimos años de primaria. Entonces quedó conformada la antología de una manera bastante didáctica porque tiene secciones dedicadas al hogar, a la escuela, y dentro de ellas secciones de los maestros, de los padres, del entorno, el hogar en un caso; y por el otro el aula, es decir, el ambiente en donde crece y se forma el niño.

Ambientes que a veces son más complicados de lo que uno podría pensar…
Complicados, entrañables y de un poder formativo inmenso, a veces uno no recuerda. Por ejemplo, yo, que estoy temporalmente distante de mi infancia, no recuerdo muchas cosas de la infancia, pero si uno hace un esfuerzo, o a veces una situación produce una reminiscencia y nos advierte qué poderoso ha sido el influjo de una puerta de una ventana, de un piso. Como digo, las primeras casas marcan el espíritu de un niño.

¿No es un poco contradictorio invertir en la literatura infantil teniendo en cuenta los índices de comprensión lectora en los niños peruanos?
Bueno, es un compromiso del Estado velar por la educación. Y es un compromiso de los padres también velar por la formación de nuestros hijos. Que haya una enorme inseguridad ciudadana y que Maranguita crezca y tenga una delincuencia juvenil enorme, no va en contra de que tengamos que dejar de trabajar en la educación. Por el contrario, hay que redoblar esfuerzos para educar mejor, no solo a nuestros hijos, sino si es posible a los hijos del barrio, los hijos de los amigos

Hablemos de la educación superior. Concluí mi carrera sin que me hayan pedido leer muchos libros. No obstante, como yo, existen otros que buscan leer por iniciativa propia…
Tu caso se multiplica veces. Muchos, no solamente periodistas, sino los maestros, terminan su profesión en el Perú sin leer un libro completo. Es más, una chica que trabajó en nuestra casa hasta el año pasado estudió pedagogía y a lo largo de todo su estudio en un pedagógico importante, no leyó un solo libro completo. Todas sus lecturas eran separatas y los libros que tenía eran los que le daba. Entonces –y ahí viene lo contradictorio– profesores que no terminan su formación profesional, no han leído un solo libro, ni siquiera de su profesión, y menos de literatura, y luego se van a las escuelas a impulsar el plan lector. Resulta patético.

En estos días se debate el proyecto de ley de reforma universitaria y parece que se debate sobre el cuarto piso del edificio, pero el primero no está bien construido, ¿no?
No estoy muy al tanto de esta reforma, pero las personas que están impulsando y conduciendo este proyecto en el Congreso no merecen mi respeto. Siempre pienso que toda revolución educativa, en cualquier nivel, debería partir por los maestros. Debiera haber un debate nacional donde participen los maestros. Sé, por ejemplo, que los problemas y disturbios que hay en La Cantuta tienen un vínculo con quienes trabajan en el Congreso. Tengo una enorme desconfianza de lo que pueda resultar y, por otro lado, sí tengo ahora expectativas positivas de lo que pueda hacer Patricia Salas en el ministerio porque después de mucho tiempo tenemos una ministra, tenemos una cabeza pensante en el ministerio

¿Por qué en Chile protestan los estudiantes y en Perú los profesores?
Me parece sorprendente que habiendo pasado Mayo del 68 y tantas experiencias posteriores que han sido importantes para la política y la educación en el mundo occidente te diría, teniendo un libro como el de Vargas Llosa en el año 58 en el que se produce una revuelta estudiantil, Los Jefes, y que además surge de una anécdota del propio Vargas Llosa y que lideró junto a su amigo, Silva Ruete, también en un colegio nacional, hayan pasado tantas décadas y en el Perú no haya habido ninguna revuelta estudiantil, la única revolución estudiantil importante fue durante el gobierno militar. Y después nada. Nuestros alumnos universitarios sí han tenido, en la época de los años 70 cuando yo estudiaba en la San Marcos, fui muy combativo, pero hasta donde yo sé no ha habido una verdadera reforma educativa hace muchas décadas y cualquier profesor que revisa el programa de cualquier grado puede advertir que se trata de cualquier disparate. Somos presumidos, pretenciosos, son programas excesivamente ambiciosos, el profesor está angustiado pisándole los talones al programa y no puede cumplir bien una lección. Tenemos un sistema educativo que ha perdido de vista cuál es el sentido de educar.

¿Eres crítico hacia la labor que hacen los medios de comunicación al tratar la crisis educativa? Algunos nos cuestionan por solo informar sobre las ‘fiestas semáforo’ o embarazos adolescentes…
Tengo una irrenunciable formación profesional. Me he dedicado casi toda la vida a la enseñanza. Llevo 36 años como profesor y he pasado por instancias que van desde la primaria hasta la universidad. Por otro lado, tengo una mirada muy cristiana, creo en algunos postulados básicos del cristianismo como la austeridad, el bien, la solidaridad y estoy convencido que ese debe ser el camino de la educación. Debemos educar para el bien, para ser solidarios y equitativos. Considero que eso implica a todas las personas que tienen un poder social, y los medios lo tienen. Además tienen un poder formativo. Estoy hasta las narices de escuchar casos de corrupción de los congresistas. Los padres de la patria son una inmundicia. Nuestro periodismo es bastante turbio.

¿Crees que el periodismo también debe formar?
El periodismo no solo debe informar, sino también formar. El periodismo escrito y el televisivo son un vertedero de sangre y vísceras. No veo un ánimo educativo de parte de los medios. Es correcto lo que me preguntaste antes, casi nadie destaca la actividad juvenil. Yo trabajo mucho con jóvenes y no solo en las aulas. Llevo cursos que no tienen un solo crédito y, sin embargo, mis aulas se llenan. Se desacredita al joven de una manera prejuiciosa y esto es incorrecto porque hay chicos muy lectores, muy creativos, que consumen mucha música, mucha televisión y mucho cine, pero a veces la consumen de forma indiscriminada. Falta la conducción de un adulto que tenga un espíritu pedagógico.

En su formación educativa, una persona puede llegar a tener más de 30 profesores, pero solo recuerda con aprecio a tres o cuatro quizás…
En la universidad yo creo que un profesor universitario debe tener experiencia previa en la escuela porque cada día llegan chicos que no han terminado de formarse, ni siquiera han culminado la adolescencia y ya son estudiantes universitarios obligados a elegir su destino, lo cual me parece la tarea más complicada para un ser humano. En la universidad no existe una reflexión sobre el problema educativo, porque esta institución se convierte en un centro de instrucción, en una incubadora que trabaja full-time para producir profesionales y no para producir seres humanos. Es una fábrica de profesionales donde no se atiende el lado educativo ¿Por qué? Porque al profesor no le interesa y al alumno tampoco. Ahora todos hablan de Servicio Militar Obligatorio y a mí me parece que estamos en un ‘servicio universitario obligatorio’.

¿Por qué?
Parece que todos están obsesionados por ingresar a la universidad y terminar lo antes posible la carrera sin haber comprendido bien ni siquiera qué edad tienen o qué necesita el país. Nadie tampoco habla del placer de la enseñanza. Enseñar y aprender debería producir un placer.

¿Con qué tipos de alumnos te encuentras en el pregrado?
Tengo alumnos a partir de 17 años. En general, ellos arrastran una preparación muy pobre de la escuela. Específicamente en mi terreno, que es la literatura, puedo decir que el Plan Lector no ha funcionado. Para mí esto es más un fenómeno comercial. No ha formado lectores. Yo trabajo con chicos de sectores A-B y me percato de que son estudiantes que no están formados como lectores. No recuerdan autores ni libros. Pero esto no es solo culpa del colegio, también hay responsabilidad en el hogar. Casas en donde no hay bibliotecas y en las que los padres no leen. Hay papás que se desesperan porque su hijo no lee, pero ellos tampoco lo hacen. Lo mismo pasa con muchos profesores, que exigen leer, pero a veces tampoco ellos lo hacen. Hay un contrasentido gravísimo. Hay que asumir nuestro papel de pedagogos. Si queremos que nuestros hijos hagan algo, pues nosotros también debemos hacerlo.

Sin ánimo de ser trágico, en Madrid la mayoría aprovecha su viaje en tren para leer libros, pero en Lima parece que algunos prefieren revisar su smartphone…
No solo en Madrid, si vas a Buenos Aires o a Santiago, en cada estación de metro hay puestos muy grandes de ventas de revistas y libros. Mira acá sí se lee, y cada vez más, pero probablemente lo que falta es la conducción. Acá una entidad del Estado impulsó el Plan Lector, pero la cabeza de este ente no era un lector. Si yo quiero un entrenador para la selección peruana de fútbol, pues debo buscar a una persona competente. No se toma en serio el problema de la lectura. Leer es decodificar e interpretar todo lo que es pasible de ser comunicado. Acá se habla solo de lectura literaria, como si la literatura fuera sagrada.

Si te encuentras con chicos que te dicen que tratan de leer pero no entienden, ¿qué les aconsejas o qué les dices?
No es su responsabilidad, sino de una sociedad sumergida en el vértigo en la que cada vez hay más prisa por leer y recoger información. Tampoco se le ha incentivado al chico para que adquiera placer a través de la lectura. Ojo, el amor no es impositivo, el querer tampoco. Los profesores debemos ir en pos de que los chicos lean, interpreten y gusten de la lectura. Lamentablemente crecen en un medio muy pobre. Tenemos el fútbol, la música y el cine que nos merecemos. Deberíamos superar eso. A mí me da mucha pena que cuando Markarián da una conferencia de prensa, los periodistas no le entienden. Es para mí un lujo como entrenador. El Perú produce – junto a Bolivia – la menor cantidad de películas al año, no hay un medio cultural que cobije a los jóvenes y los lleve a comprender su entorno.

¿Deberíamos ser más agresivos y críticos con nuestra educación?
Claro. Los estudiantes deberían sublevarse frente al sistema educativo y frente a los profesores que tienen. Lo maestros deberían amar su profesión y consagrarse a ella. No tenemos pensadores en educación. Se murió Constantino Carvallo y no han quedado más como él. En este medio precario crecen los jóvenes, por eso no están capacitados para comprender la lectura y, es más, no están capacitados para comprender nada. Quizás muchos adultos temen no poder sintonizar con los jóvenes y mira, nosotros no tenemos por qué sintonizar con ellos, porque les llevamos 20 o 30 años de distancia, de experiencia. Debemos ser una voz disonante con la juventud, pero una voz amable. Hay que buscar las formas amables y persuasivas para poder llegar a los jóvenes y desestabilizarlos. Solo así se podrá reorientarlos.