(Video: Cortesía Deutsche Welle)

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“Porque nos han robado la libertad”, dice el manifiesto de las denominadas Marchas por la Dignidad que el sábado [22 de marzo] recorrieron las calles de Madrid y al que se conoce ya como Movimiento 22-M. Lo leyó un conocido actor y trataba de resumir así el sentir de muchos españoles afectados por la crisis económica. Y continúa: “Al capitalismo le sobran las libertades y los derechos de la mayoría social”. La protesta contra el desempleo, la precariedad laboral y los recortes sociales reunió en el centro de la capital española, según los manifestantes, a dos millones de personas. Según la delegación del Gobierno, a apenas cincuenta mil.

Seis peregrinaciones de protesta habían confluido en Madrid, hacia donde llevaban casi un mes acercándose, a pie, desde diferentes puntos del país. Apenas habían podido reunir a unas dos mil personas en total. Sin embargo, al llegar a la capital se les unió mucha más gente, de la propia ciudad y de fuera, llegados, entre otros medios, en los 776 autobuses fletados por la organización y sufragados por los manifestantes.

Disturbios para enturbiar

Tras la convocatoria estaban medio millar de agrupaciones de toda España. Entre ellas, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, el Frente Cívico o el Sindicato Andaluz de Trabajadores, cuyo director de comunicación, Javier García, aclara a DW: “Y prácticamente todos los partidos políticos a la izquierda del PSOE [el partido socialista]”. Su valoración del resultado de las marchas es muy positiva, salvo por los altercados que se produjeron al final de las manifestaciones, que acabaron con un centenar de heridos (más de la mitad, policías) y con 24 detenidos . “Fue un montaje policial, hasta la propia delegada del Gobierno [Cristina Cifuentes] ha reconocido que la movilización fue masiva y pacífica”.

Y añade que, solo al final, unos alborotadores que no provenían de la marcha, provocaron a la policía: “Pero la policía sí atacó a la manifestación. Entendemos que fue una excusa para dañar nuestra imagen”, dice, porque “no querían en ningún caso que las Marchas de la Dignidad tuvieran la foto al día siguiente del Paseo de la Castellana lleno de gente, sino que querían la foto de los disturbios; y por eso organizaron ese montaje policial”. Los principales sindicatos policiales, por su parte, han pedido la dimisión de algunos de los mandos por la descoordinación con la que se actuó, y se quejan de que se envió al control de la manifestación además de a los antidisturbios, a cuerpos policiales no especializados.

Nuevas convocatorias

Celestino Navarro, portavoz oficial de las marchas e integrante de la Asamblea de Parados y Precarios de L’Horta-Sur (en Valencia), explica que el movimiento va a continuar: “Y no descartamos la convocatoria de días de acción global, de huelgas de consumo, incluso estudiamos con los sindicatos la posibilidad de hacer huelgas más contundentes: no simbólicas, de un día, sino ir a un escenario social de confrontación creciente”.

Hoy, por ejemplo, han pedido frente a los juzgados la liberación de los detenidos durante los enfrentamientos con la policía. Y, además, iban a manifestarse de nuevo frente a la Bolsa de Madrid, una concentración que contaba con el permiso de las autoridades. Sin embargo, lo han revocado debido a los funerales de Estado por el ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez. “Eso es una excusa peregrina”, nos dice Navarro. “Yo creo que el derecho a manifestarse no puede depender de estas cosas: seguro que el partido del Madrid y el Barça no lo supenderían por eso”.

Movimiento político

A pesar de que los organizadores de la marcha nieguen que se espere cristalizar en las urnas el movimiento de opinión generado con el 22-M, admiten la presencia, aunque secundaria, de partidos políticos en el movimiento. Según Javier García “el 22-M no es un movimiento electoral, sino un movimiento del pueblo para reivindicar ‘pan, techo y trabajo’ y los partidos que adopten esas reivindicaciones tendrán nuestro apoyo”.

Sin embargo, la socióloga Blanca Muñoz, por ejemplo, considera que sí que hay una estrategia de esos partidos con vistas a las próximas elecciones al Parlamento Europeo. “Es una forma de dar la sensación de que la izquierda tiene más poder del que realmente tiene”, afirma. “Yo creo que están muy organizadas por determinados grupos políticos para crear una sensación en el pueblo de que tienen más poder, más afiliados y más capacidad de presión de la que realmente tienen”.

“Hace años me dio clase Niklas Luhmann, un sociólogo alemán, y nos decía que se formaban esos conflictos falsos para crear en la opinión pública la sensación de más poder y más actualidad”, recuerda Muñoz. Ella, no obstante, considera que las reivindicaciones del movimiento “son muy acertadas y recogen un malestar social”. Pero recalca que “como afirmaba Claus Offe en su último libro, se buscan, para abarcar a cuanta más gente mejor, reivindicaciones tan amplias que al final o son demasiado abstractas y generales o son, directamente, irrealizables”.

(Fuente: Deutsche Welle )