Patricia Ames y su publicación. (Foto: LaPrensa.pe)

Patricia Ames y su publicación. (Foto: LaPrensa.pe)

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José Miguel Silva @jomisilvamerino

La antropológa e investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos Patricia Ames publicó hace unos días Entre el rigor y el cariño: Infancia y violencia en comunidades andinas, un estudio que detalla los interesantes resultados que logró un proyecto ejecutado por la ONG Tadepa en la provincia ayacuchana de Cangallo.

La iniciativa consistió en propiciar relaciones familiares más positivas y, de esta manera, disminuir los entornos violentos que perjudican a los niños.

¿Cuándo y dónde realizó esta investigación?
Este es un estudio que realizamos entre agosto y diciembre del año 2012 en cuatro comunidades de la provincia de Cangallo, ubicada en Ayacucho.

¿En qué consistió el trabajo que realizó Tadepa en dicha zona?
Allin Wiñanapaq (Para crecer bien) buscó que los niños entre cero y cinco años vivan en entornos saludables y transiten entre distintos entornos. Los pequeños van transitando del hogar al Pronoei, al centro de estimulación temprana, a la escuela y también a la comunidad. Entonces, la intervención de Tadepa buscó ayudar que estos niños transiten, respetando su cultura y sus pautas de crianza, pero que también puedan irse preparando para otros entornos como la escuela o el Pronoei.

¿Bajo qué tipo de definición de violencia llevó usted a cabo su trabajo?
Nosotros seguimos la definición de la Organización Mundial de la Salud, que considera violencia a todo acto que dañe o maltrate a un niño de forma física, psicológica, sexual o por negligencia (descuido).

¿Las zonas en donde se trabajó esta iniciativa fueron afectadas por la violencia ocurrida entre los ochentas y el año 2000?
Sí, la provincia de Cangallo fue una de las primeras donde se inició la violencia. En nuestro trabajo damos cuenta un poco de la historia sobre lo ocurrido allí. Pensamos que esto es importante para entender las situaciones de violencia en la actualidad. Muchos de los que hoy son padres fueron niños en la época de la violencia y entonces vivieron como niños la violencia, las desapariciones, el temor, la inseguridad, la orfandad, etc. Muchas veces esas son heridas que quizás aún no han podido cerrarse. Por esto es importante considerar el pasado inmediato de esta población.

¿Este pasado se relaciona con la forma en cómo estos padres actúan hacia sus hijos?
Sí, las historias de nuestra propia vida impacta en cómo actuamos con nuestros hijos. No puedo decir que es un impacto único, sino que puede haber varios. Puede haber padres que sufrieron de niños la orfandad o el cariño y hoy piensan que así es como deberían comportarse, pero también hay padres que más bien quieren dar lo que no tuvieron: afecto y cuidado.

¿Conoce usted de otros trabajos como el realizado por Tadepa en otras regiones del país?
Sí. En Ayacucho existen también otras ONG que realizan intervenciones no iguales pero sí similares. Por ejemplo, el trabajo en la vivienda saludable, lograr que el hogar sea un lugar donde el agua se asegura, donde los alimentos se protejan de las moscas, donde haya cierta salubridad básica en el hogar, sobre todos para los niños pequeños. Este trabajo de vivienda saludable se realiza por otras instituciones tanto públicas como privadas, en Ayacucho y en otras zonas del país.

En su trabajo hay varias imágenes que demuestran mejoras en la forma de vida de las personas. Específicamente en las viviendas ¿Esto influye realmente en la disminución de la violencia contra los niños?
La intervención no buscaba reducir la violencia, sino crear un entorno saludable y seguro. Entonces, lo que hicieron fue intervenir en los hogares, pero lo que encontramos fue que esto, el generar un espacio más salubre, ordenado y agradable, permitía que la carga de trabajos de las madres se redujera un poco, que el espacio se vea más ordenado y que los demás miembros del hogar contribuyeran a mantenerlo así. Esto disminuía un poco el estrés en las madres, que son las que a veces cargan con todo el trabajo doméstico y del cuidado de los niños. Al tener tu vivienda en mejores condiciones, las madres lograron mejorar las relaciones dentro de la familia y se reportaron menos casos de violencia severa y no se reportaron casos de negligencia, en comparación con comunidades en donde no se intervino.

Teniendo en cuenta el tiempo que usted estuvo en Cangallo. ¿Cómo podría calificarse el nivel de presencia del Estado en dicha zona del país?
En este momento, el nivel de presencia del Estado es alto. Justamente, en la etapa posterior a la violencia el Estado regresó con fuerza a estas zonas, con programas de apoyo al repoblamiento. Podemos ver que hay una red importante de instituciones. Hace tres o cuatro años no había instancias para denunciar casos de violencia y hoy sí existe un centro de emergencia mujer en la capital provincial y una Demuna en la capital distrital. Asimismo hay una red de promotoras de Derechos Humanos de la ONG Manuela Ramos pero que trabajan con estas entidades del Estado, con los tenientes gobernadores, con los jueces de paz y las postas médicas y la Policía también contribuyen en el manejo de estos hechos de violencia. Uno puede notar una red institucional más fuerte que ha contribuido a los resultados que vemos. No ha sido sol Tadepa la que ha logrado estos resultados sino que hubo una sinergia de esfuerzos con un mismo objetivo.

¿Cómo logran los padres discernir a los niños para el rigor y a los niños para el cariño?
Ellos hablan del carácter de los niños. Dice que hay algunos niños que son como que muy rebeldes y que si los tratas con rigor entonces puedes volverlos aún más rebeldes. Por eso hay que hablarles con cariño, con palabras dulces, con la intención de convencerlos. Por otro lado, niños que son muy dóciles y a los que no hace falta tratarlos con rigor. No obstante, de vez en cuando es importante el rigor para que el menor no se malcríe con ciertas cosas.

¿Hay algún tipo de participación de la Iglesia en esta zona?
Específicamente en Cangallo no hay una presencia tan fuerte de la Iglesia. Ahora estamos trabajando en otra zona (Huancavelica) y ahí sí vemos una mayor presencia de las iglesias evangélicas.

¿Cuál es el panorama de las comunidades en las que Tadepa trabajó y que ustedes verificaron para este trabajo?
Acabo de visitarlas el fin de semana y lo que pudimos comprobar es que, muchos de ellos, mantienen muchas de las innovaciones que han ido introduciendo en sus hogares, que son tecnológicas, sencillas y de bajo costo. La cocina mejorada, la calamina transparente, ordenadores con material reciclable. Ellos las han mantenido porque son funcionales para su vida cotidiana. Viajamos allá junto con Tadepa y nos pidieron que continúen más intervenciones pero desgraciadamente esta ONG estaba migrando a otras zonas.

¿Sería posible trasladar las funciones de Tadepa a entidades estatales como el Ministerio de Salud?
Sí, esa es un poco la idea. De hecho Tadepa hizo un convenio con el Ministerio de Salud, con las postas y con el gobierno municipal para transferir unos centros de desarrollo infantil que ellos habían construido e implementado. La idea es empezar y que luego los gobiernos locales puedan darle continuidad a estas iniciativas.

¿Por qué cree que es importante un trabajo de este tipo?
Hay muy poca investigación sobre la violencia contra los niños en este país, sin embargo, sabemos que existe. Desconocemos la magnitud, las causas precisas, pero sí sabemos que las consecuencias son muy dañinas. Los niños que creen en situaciones de violencia tienen muchas probabilidades de ser violentos en el futuro con sus propios hijos o con sus parejas. Es muy importante buscar soluciones hoy para reducir la violencia en nuestra sociedad tratando de que en la infancia nuestros niños puedan crecer de manera segura, integral, sintiéndose queridos y respetados para que así puedan ser adultos que vivan sin violencia.

Sobre el libro
El libro se encuentra a la venta en la librería del Fondo Editorial del IEP. También puede comprarse de forma virtual aquí.