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En Brasil se está construyendo el mayor y más largo canal subterráneo del mundo para transportar mineral de hierro. Dicho “ferroducto”, de 525 kilómetros de longitud, empezaría a funcionar a finales de 2014.

La construcción de esta obra subterránea cuesta unos 8,8 mil millones de dólares y conecta la mina de hierro Conceição do Mato Dentro, en el estado de Minas Gerais, con el puerto de Açu, en el estado de Río de Janeiro.

El canal deberá transportar, cada año, 26,5 millones de toneladas del valioso mineral que deberá ser mezclado con agua para facilitar que fluya a una velocidad de 6 kilómetros por hora. Desde la mina hasta el puerto de embarque el Eisenerz necesitará 4 días para llegar a través del tubo en instalación debajo de la tierra. Una vez en el puerto, la mezcla será separada y la materia prima se cargará en buques rumbo a China.

¿Subterráneo o sobre carreteras?

Brasil posee, después de Australia, y seguido por Rusia, las segundas más vastas reservas de mineral de hierro. Según el portal de estadísticas Statista, Brasil cuenta con 31 mil millones de toneladas de mineral de hierro, o Eisenerz, como se también se le conoce por su nombre alemán. En efecto, este país sudamericano exportó a China en 2013 mineral de hierro por un valor de 46 mil millones de dólares.

“El ferroducto es un hito en la historia de Brasil”, dice el ingeniero jefe de la obra Alberto Vieira, de la firma británica Anglo American, para quien los costos y el impacto ambiental son menores que si el transporte se hiciera por carretera. Según Viera, los camiones de carga necesitarían recorrer el trayecto 800.000 veces para transportar el mineral hasta el puerto de Río de Janeiro.

Impacto social y en la naturaleza

Pero los problemas técnicos y jurídicos surgidos durante la construcción no han sido pocos. Tanto que su culminación se ha demorado varios años. La Fiscalía de Minas Gerais, acusó a Anglo American de afectar lugares de relevancia arqueológica, por ejemplo. El recorrido subterráneo del canal cruzaría además, cuevas que son el hábitat de animales en peligro de extinción.

La construcción también ha puesto en evidencia conflictos sociales. Autoridades del ministerio del Trabajo descubrieron que varios obreros estaban siendo sometidos a condiciones de esclavitud. Es más: “Las indemnizaciones a quienes tuvieron que vender sus parcelas tampoco fueron entregadas por igual”, critica la trabajadora social Denise Pereira de Castro, de la Universidad de Minas Gerais. “Los pobres y sin educación fueron engañados”, concluye la investigadora.

Una especie de “desplazamiento”

Los más afectados han sido los pequeños cultivadores, debido a que las zonas exteriores de seguridad trazadas a lo largo y ancho sobre el terreno que corre el “ferroducto” quedarán inhabilitadas para la agricultura y la ganadería. Para la trabajadora social, esto no es otra cosa que una “expulsión económica” y agrega que “aunque la gente no es desplazada de sus parcelas, los campesinos no podrán utilizarlas para ganarse la vida”.

Para Minas Gerais el ferroducto se ha convertido en una especie de programa de reactivación económica. Hasta finales de 2013, la Anglo American había empleado a unas 20.000 personas en la construcción del canal subterráneo. Una vez empiece a rodar, se abrirán 5.000 nuevas plazas de trabajo. La empresa asegura haber invertido 150 millones de dólares en el mejoramiento de las condiciones sociales de las comunidades adyacentes, y 50 millones de dólares en el medio ambiente.

(Fuente: Deutsche Welle )

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