(Foto: flickr.com/farmdog)

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Por Jorge Esponda (@hombrequeduerme)
La historia es bastante conocida. Ray Manzarek estudiaba cinematografía en la UCLA a inicios de los sesentas obsesionado como tantos otros jóvenes de la época por la estética de la ruptura, Godard, y ad portas de la era de la contracultura.

Es ahí donde su vida y obra en potencia cambia radicalmente porque uno de sus compañeros era Jim Morrison, acaso desde entonces mucho más iconoclasta que él. Entre conversaciones y la bohemia de la época ambos empezarían a darle forma a una de las bandas que definirían el sentido de la música rock a partir de la segunda mitad de aquella década.

En medio del gran disco debut homónimo salido en 1967 y hasta L.A. Woman en 1971, The Doors le dio un gusto fúnebre y narcisista, quizá un tanto intelectual y oscuro a la música del momento, probablemente todo ello definido por la personalidad excéntrica del propio Morrison. Pero si bien dentro gravitaba ese nivel conceptual ambicioso, la labor de Manzarek sería la que definiría el sonido con el que se encumbró. Porque las parrafadas malditistas del rey lagarto no se quedarían grabadas en la memoria de los fanáticos si no hubiera sido por la carga psicodélica que puso en práctica Ray. De ellos su mítico solo en Light my Fire debe ser la muestra más delirante.

Esto por supuesto no dejó de generar pugnas creativas que se fueron incrementando con los excesos a los que Morrison llevó a todos: a Manzarek, al guitarrista Robby Krieger y al baterista John Densmore. Esos caóticos años juntos quedarían retratados en varios especiales, documentales, y hasta en la ficción, cuando Oliver Stone llevó su historia al cine en 1991 con Kyle McLachlan y Val Kilmer interpretando a Ray y Jim respectivamente.

Tras la muerte de Morrison y la salida del último y enorme disco de The Doors, Manzarek probó diversas facetas como productor, descubridor de bandas (como X, los reyes de punk en California), y creador de proyectos solistas que no tuvieron tanta repercusión como los sucesivos lanzamientos de material inédito de la banda. En los últimos años, esa faceta empresarial lo llevó a convertirse en un personaje un tanto polémico.

Volvió a reunirse con Krieger para formar Raiders on the Storm, que no era otra cosa que la reunión de lo que quedaba de la banda para brindar shows con su repertorio más clásico. Algo que le generó una disputa nunca resuelta con John Densmore. Para bien o para mal, eso fue lo que permitió que el gran Manzarek llegara a presentarse en nuestro país en 2008. Esta tarde, el tecladista murió a los 74 años, víctima de cáncer.