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Por José Miguel Silva @jomisilvamerino

El Tercer Reich visto por Torre Tagle: Crónicas peruanas de la Segunda Guerra Mundial es un libro fantástico, lleno de relatos que – desde el lugar de los hechos – demuestran las peripecias y los riesgos que vivieron nuestros diplomáticos en una Europa sumida en la conflagración.

Conversamos con su autor, el diplomático Juan del Campo Rodríguez, quien se tomó el trabajo de recoger cada informe enviado desde las legaciones del Perú en dichos países. Uno por uno, los textos pueden considerarse una joya bibliográfica.

¿Cómo nació la idea de escribir sobre un tema tan amplio como la Segunda Guerra Mundial?
Escribí cinco libros en los últimos diez años. Los primeros tres de ellos tenían que ver con historia o historia militar del Perú. Siendo diplomático de carrera consideré que lo ideal era ya no escribir sobre aspectos militares, sino diplomáticos. Fue así como en 2010 publiqué Pearl Harbor, la historia secreta: La diplomacia peruana en Japón durante la segunda guerra mundial. Ahí averigüé mucho sobre el rol de los diplomáticos peruanos en ese época. Esto me llevó a una segunda fase, en la que investigué sobre las embajadas peruanas en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

La historia de dicho conflicto la conocemos básicamente gracias a las versiones estadounidenses o europeas…
Efectivamente. Consideré que podría desarrollar una versión sobre el Tercer Reich alemán y la Segunda Guerra Mundial en base a nuestras propias fuentes peruanas, es decir, basándome en los informes realizados por los diplomáticos peruanos que estuvieron en Europa durante esa época tan complicada.

Cualquiera piensa que un diplomático vive bien o que no pasa grandes problemas. ¿Este libro de alguna manera contradice esta percepción, porque muestra los múltiples riesgos a los que estuvieron expuestos nuestros representantes en el viejo continente?
Lo que menos tiene un diplomático es una vida tranquila. Esa es una percepción equivocada. Vivir en el extranjero es a veces muy complicado. Estás lejos de tu familia, de las costumbres y de los amigos. Tener una vida en países extranjeros no es lo más idóneo, es más que todo un deber que hemos escogido para servir al país. Si nos remontamos a la historia, no solo durante la Segunda Guerra Mundial nuestros diplomáticos tuvieron grandes dificultades. Está también la época de la Guerra Civil Española, el golpe militar en Chile, durante la guerra en la ex Yugoslavia, etc. Yo quise rescatar este momento en especial porque me parece importante que se conozca lo que hacen los diplomáticos. Esto es una demostración de cómo en un escenario tan complicado, de gente que perdió mucho, estos peruanos permanecieron en sus puestos e hicieron más allá de lo que les exigía el deber en una situación de crisis.

¿Cuál era la situación de Alemania antes del inicio del conflicto?
Al final de la Primera Guerra Mundial, Alemania estaba inmersa en una grave crisis política y económica. Con altos niveles de desempleo y de inflación. El país se vio desesperado por las condiciones que le había impuesto el tratado de Versalles. Lo que hubo fue el surgimiento de grupos totalitarios que buscaban el resurgimiento de Alemania a partir del revanchismo. Esto llevó al poder a Hitler en 1933, en base a la promesa de crear una nueva nación fuerte y poderosa. Se buscó reivindicar el orgullo alemán frente al resto del mundo. Una población desesperada, que veía cómo sus vecinos prosperaban, recurrió a algo que luego les costaría muy caro: elegir a quien sería uno de los peores dictadores en la historia de la humanidad.


Juan del Campo Rodríguez y su libro

Pero al comienzo Hitler tuvo mucho apoyo…
Tuvo apoyo porque impulsó la economía, puso orden en el país, pero todo a costa de un precio muy alto. No permitió las libertades individuales, copó todas las instituciones del país y posteriormente habría reivindicaciones territoriales que le crearon un falso orgullo a Alemania, principalmente después de varios años de humillación.

Hoy se habla mucho de la famosa de los embajadores ‘políticos’. Si uno lee los informes que aparecen en su libro, se logra ver una gran capacidad de análisis. ¿Ya había por entonces una ‘cuota’, o eran todos diplomáticos de carrera?
En esa época no existía el tema de cuotas. Los nombramientos políticos se circunscribían, como hoy, a jefes de misión, que fueron muy idóneos. El resto de funcionarios de las embajadas eran, al igual que hoy, de carrera.

¿Cuáles son las principales características que usted podría destacar en estos informes? Teniendo en cuenta la situación de seguridad que vivía Europa entonces.
Cuando uno lee estos informes se da cuenta que no le envidiarían nada a los que podría haber elaborado el Departamento de Estado norteamericano, la embajada británica o la de Francia. Los documentos demuestran la alta preparación que tenían los funcionarios de entonces. Tenían una capacidad además para adelantarse a hechos que acontecerían en el futuro. Los datos eran bastante precisos, muy fidedignos y redactados de forma correcta. Leer un informe de Torre Tagle era como leer una novela, pero se trataba de una novela real y concreta.

¿En qué se diferencian estos reportes a los famosos ‘Wikileaks’ que dio a conocer Julian Assange?
Los informes de Torre Tagle son documentos profesionales sobre situaciones de escenarios políticos en tiempo real. Probablemente, los ‘Wikileaks’ son más que todo chismes, comentarios u opiniones sobre personas. Es cierto, los informes de nuestros diplomáticos a veces sí se referían a los líderes del nacionalsocialismo o del fascismo italiano, pero por lo general eran documentos acertados sobre ‘estados de situación’.

Hablemos de los compatriotas en la Alemania de entonces. ¿Cuáles fueron las principales dificultades para los peruanos que vivían allí durante el inicio del conflicto?
En Alemania se calcula que podía haber (en esa época) 200 o 250 ciudadanos peruanos aproximadamente, de los cuales un alto porcentaje eran estudiantes que, ante las facilidades que recibían y dado los avances en educación que había en Alemania, optaron por seguir sus estudios en dicho país. No obstante, si bien 250 personas es una cifra importante, aún es muy baja comparándola con la cifra actual de compatriotas que viven en el exterior.

Usted coloca una fotografía en su libro en la que se observa a peruanos marchando en apoyo al incipiente régimen nacionalsocialista. Se los ve casi copando el Jirón de la Unión.
Tanto el nacionalsocialismo como el fascismo italiano tenían muy avanzado su sistema de propaganda, y esto sirve para engañar. Quizás algunos peruanos se dejaron engatusar por esto. No se olvide que en Perú existía un Partido Fascista, fundado por Luis Flores, que era más cercano al régimen fascista de Mussolini que al de Hitler. Los alemanes se cuidaban de que en el exterior hubiera organizaciones afines a ellos. No obstante, esto se va a diluir cuando estalla la guerra.

Una de las crónicas más fascinantes que incluye su libro es el de la participación de la selección peruana de fútbol en las Olimpiadas de Berlín 1936. El relato deja en claro cómo una selección pone por delante la dignidad a las presiones políticas.
Ese es un informe preparado por el embajador Enrique Gildemeister y es una fuente primaria que además rompe con muchas especulaciones. Hay varias leyendas en torno a la participación de la selección peruana en dicho certamen. Efectivamente, fue una reacción digna, el retirarse (la selección) por una decisión inapropiada de despojarnos de un justo triunfo. Aunque también se rompe la leyenda de que Hitler había pedido que se anule el partido porque había perdido Austria, su tierra natal. Esto no lo menciona el informe, ni siquiera lo deja entrever.

Por entonces el poder político sí pesaba más que la independencia deportiva…
Claro. Tampoco debemos olvidar que estábamos en una época de regímenes autoritarios, donde más bien las democracias eran las minorías. Si usted ve, casi toda Europa había optado por el autoritarismo. Una vez que Hitler se acomoda en el poder, veremos como en Europa Central y del Este surgen regímenes similares al nazismo.

Usted coloca la frase “la máscara de necesaria hipocresía” para comentar lo que sintió un funcionario diplomático peruano al recibir las cartas credenciales de manos de Hitler.
En este caso, el diplomático estaba en el país de un dictador con el cual no tenía ninguna afinidad, pero debía cumplir con las formalidades. No quisiera exagerar la frase, pero creo que cualquier persona podría haber sonreído en la Alemania de entonces, pero en su interior seguro estaba preocupado por el régimen totalitario, racista, agresivo y conquistador. Era una época complicada. Felizmente que (el embajador) asumió su responsabilidad, porque de no haberlo hecho nosotros no tendríamos estos tan interesantes informes que dejan de lado las corrientes revisionistas.

Algunos dudan sobre lo devastadores que fueron estos regímenes…
Así es. Como la guerra no llegó al Perú, a veces surgen personas que dicen que esto no fue así, que esta es la versión de los americanos vencedores. Algunos dicen que el Tercer Reich y el fascismo no eran tan malos como se cree, y que en realidad todo es un ‘lobby’ o una exageración. Cuando nosotros leemos los informes hechos por peruanos en la zona, nos damos cuenta de que la historia que conocemos es tal cual nos la contaron.

¿En dónde radicó el principal error de Hitler al diseñar su estrategia de guerra y conquista?
Cuando la guerra comienza fue todo fácil para Hitler. Ellos anexaron rápido a Checoslovaquia, derrotaron militarmente a Polonia y fueron a enfrentar las democracias de Francia y Gran Bretaña. En el camino debieron arrasar con Países Bajos, Bélgica, Noruega y Dinamarca. Esto les fue bastante fácil y hasta entonces tenían la guerra ganada. ¿Cuándo vino el error? Que sin haber logrado cerrar el primer frente (pues Inglaterra estaba luchando), Hitler abrió un segundo, la Unión Soviética. Nunca tomó en cuenta la inmensidad de ese territorio y además su capacidad industrial. Una cosa era tomar países pequeños, pero era muy complicado tomar un país tan grande y con la capacidad de poder retroceder, reamarse y resistir.

Luego le declaran la guerra a Estados Unidos…
Claro, ese fue el segundo error. En diciembre de 1941, Hitler le declaró la guerra a Estados Unidos. Entonces, ya le estaba declarando la guerra a dos grandes colosos: Estados Unidos y la Unión Soviética. Todos los estrategas militares aconsejan evitar una guerra en dos frentes, y eso fue lo que hizo Hitler, sobreestimando la capacidad de su ejército. Esto le costó la derrota militar.

El panorama alemán posterior a la Segunda Guerra Mundial es desolador. Con todas sus ciudades afectadas y con una economía en ruinas. ¿Cuánto y cómo Alemania logró surgir para hoy ser el gran país que brilla en una Europa en crisis?
Lo mismo ocurrió en Japón. Se trata de dos países que terminaron arrasados, pero que en pocos años lograron recuperarse y convertirse en potencias. Para mí, los tres factores claves aquí fueron la disciplina, la determinación y la planificación.

Hace unos días, dos equipos alemanes disputaron la Copa de Campeones en Inglaterra. Si bien es un suceso deportivo, demuestra la capacidad que tuvo gran parte de este continente para aprender, cambiar y madurar. ¿Está muy lejos Latinoamérica de esto?
No solamente es la Segunda Guerra Mundial. Si usted ve la historia europea, Francia y Gran Bretaña han sido enemigos por más de 400 años, además Gran Bretaña fue enemigo de España. También hubo la Guerra de los cien años, y varias diferencias más. Considero que estos países llegaron a la conclusión de que la violencia, las guerras y la desunión no los llevaría a ningún lado. Se percataron de que la unión los llevaría a un futuro mejor. Creo que (Latinoamérica) va en ese rumbo. Somos países hermanos, y no debemos olvidar que los países europeos son un poco más antiguos que nosotros.

¿Cuánto maduró la Cancillería peruana desde esta época tan difícil hasta hoy?
Mire, la primera institución creada en la república es el Ministerio de Relaciones Exteriores, a los cinco días de la independencia. Luego, cuando el mariscal Ramón Castilla asume el poder, una de las más importantes reformas que ejecutó fue la profesionalización del servicio diplomático del Perú. Ahí veremos una destacada participación de diplomáticos peruanos en las épocas previas a la Guerra del Pacífico o antes de la Guerra con España. Fue tan profesional nuestra diplomacia que en 1873 el Perú se va a convertir en el primer país en América Latina en enviar misiones diplomáticas y suscribir tratados de comercio y navegación con China y Japón, dos imperios muy lejanos. Siempre en Torre Tagle hubo una visión de futuro en torno a los grandes intereses de la nación peruana.

¿Cuál es el gran mensaje que deja su libro?
Se lo diré con un ejemplo. Emilio de Althaus, exencargado de negocios del Perú en Holanda, tenía que viajar de Holanda a Francia porque su esposa iba a dar a luz. Él se comprometió con la Cancillería a regresar lo más pronto posible a sus funciones. Cuando emprende el retorno, se produce la invasión nazi en Holanda. En medio de bombas y de tropas enemigas, este funcionario hizo todo lo posible para llegar a su puesto y cumplir con el compromiso y el deber asumido. El mensaje de este libro es el gran amor y patriotismo de los funcionarios de Torre Tagle por su país. La capacidad para, en situaciones adversas, realizar acciones ejemplares. La Policía y las Fuerzas Armadas tienen sus héroes, pero nadie conoce lo que hace la gente en la Cancillería. Creo que eso es lo que debemos rescatar.

Valores de la labor diplomática que permanecen en la actualidad.
Me dio mucho gusto que la televisión, al transmitir el proceso en La Haya, haya permitido que la población observe in situ lo preparados que están nuestros agentes diplomáticos para defender los intereses del Perú, siguiendo el legado que en Torre Tagle dejaron hombres como José Toribio Pacheco, Carlos García Bedoya o Juan Miguel Bákula.