"Lo que me puede diferenciar del resto es que desde muy niño empecé a cultivarme a través de la lectura", aseguró. (Foto: José Miguel Silva)

"Lo que me puede diferenciar del resto es que desde muy niño empecé a cultivarme a través de la lectura", aseguró. (Foto: José Miguel Silva)

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Por José Miguel Silva @jomisilvamerino

Reconocido no solo por sus campañas publicitarias, sus libros y sus artículos en El Comercio, Gustavo Rodríguez es un comunicador de gran prestigio en el Perú. Precisamente ese reconocimiento le permite opinar sin tapujos sobre la realidad de este país, que –para él– ha crecido mucho, pero no se ha desarrollado en la misma medida.

Sus puntos de vista están incluidos en una nueva versión de Traducciones Peruanas, uno de los éxitos editoriales del año 2008. En esta ocasión bajo el sello Estruendomudo, Rodríguez seleccionó artículos más recientes, llenos de su habitual agudeza para cuestionar situaciones que impiden que el Perú abandone por completo el subdesarrollo.

Si bien la publicación será presentada el viernes 26 a las 8 pm en el Cholo Art&Fun de Barranco, ya se puede adquirir en el stand que tiene la editorial en la Feria Internacional del Libro.

En la portada de la primera edición había un guachimán. Hoy se ve un equeco con un micrófono, ¿por qué?
Hay un equeco tratando de expresar una voz. La editorial tiene la potestad de seguir su línea gráfica. La primera edición hablaba de un Perú en donde la noción de heroísmo ha cambiado, en donde el emprendimiento era considerado una especie de aporte al país. Hoy considero que se quiso decir que hay un país que aún pugna por expresarse.

¿Ha cambiado mucho el país en cinco años?
Mucho en lo superficial. Ha cambiado mucho si te fijas en la noción de modernización, pero no en la de modernidad. La modernidad es lo que subyace y en eso aún estamos muy atrasados. Eso nos sigue condenando al subdesarrollo. Somos un país que ha crecido mucho en los últimos cinco años, pero que no se ha desarrollado en la misma medida. Algo que sí se siente más en 2013 que en 2008 es que ahora hay esperanza y a la vez indignación conviviendo a la vez en el Perú. Crecer rápidamente hace que la brecha sea más grande entre los que han llegado a coger el tren del crecimiento y quienes aún no lo cogen.

Además está el tema de la educación…
Hoy se hace más patente que hace cinco años el gran ‘handycap’ que tenemos con la educación. Somos menos tolerantes, nos ponemos menos en los zapatos del otro. Los políticos creen que pueden burlarse con mayor soltura de los ciudadanos y todo eso proviene de la educación que tenemos, que todavía no nos da grandes avances.

Lo que pedimos a los políticos es que sean eficientes en su trabajo. Que sean eficientes en lo mínimo que tienen que hacer.
Ocurre que ni los mismos políticos saben cuál es su labor porque a muy pocas personas se les enseña el ABC del civismo desde que somos pequeños. Si a un niño le preguntan qué es civismo, lo más probable es que repita de memoria los símbolos patrios o el himno nacional. Mira, así no se construye ciudadanía. Eso se hace enseñándoles a los niños sus deberes y sus derechos. La noción de representatividad, de que mandatario no es el que manda, sino el que recibe nuestro mandato.

Muchos políticos olvidan que nos representan. Nuestros políticos son producto de este sistema educativo. A ellos ni se les cruza por la cabeza que nos tienen que representar y no a sus partidos o intereses personales. Estuve en la marcha contra la repartija y, no sé si eran infiltrados, pero algunos pedían que se cierre el Congreso. Eso es peligrosísimo, es atentar contra la institucionalidad mínima. Así hayan sido infiltrados, yo estoy seguro que la gran mayoría de peruanos estaría de acuerdo en que eso se haga.

Igual que hace 20 años…
Si no educamos a nuestros niños en torno a la importancia del largo plazo, de la institucionalidad, estamos condenados a repetir lo mismo.

Hace unas semanas se debatía el proyecto de ley de reforma universitaria y muchos rectores estaban en contra. Rectores dueños de universidades que dan pésima educación universitaria, que permiten dictar clases en espacios no adecuados…
Las universidades son la parte más visible, pero en realidad el quid está en empezar con los más chiquitos, es ahí donde debemos incidir con todo. La primera infancia es el principal objetivo que debemos tener. No lo hacemos porque los niños no votan, no responden encuestas o no protestan. Esto es un sistema perverso.

¿La marcha contra la repartija podría haber sido una especie de Primavera árabe criolla?
Se parece en la forma, pero en el fondo es otro el fenómeno. La Primavera árabe se ha dado en países donde sí ha habido evidentes excesos de cortes de libertades y de presencia de regímenes autoritarios de larga data. Eso no se está dando acá. Aunque sí es verdad que la convocatoria a través de las redes, el que no haya un solo convocante identificado, en eso sí se parece. Todo esto refleja el descontento de la ciudadanía en distintas esferas. En la marcha escuchabas arengas sobre distintos temas.

Persiste el desprecio hacia los llamados políticos tradicionales.
En parte, sí. La gente quiere un cambio, lo cual es esperanzador, pero es indignante que no hay luces de quién pueda efectuar ese cambio, al menos en el corto plazo. Imaginemos que se tenga que elegir un nuevo Congreso. Nada nos garantiza que sea mejor que el actual. El tema es a largo plazo. La política está tan devaluada en nuestro país que la gente buena no quiere entrar a hacerla. Eso me parece estúpido, porque si nos quejamos de los malos políticos, debería entrar gente buena a la política. Lamentablemente, estamos ante un círculo vicioso terrible.

¿Por qué nos equivocamos al momento de elegir?
Porque votamos basándonos en nuestras emociones. En general, el ser humano es emocional cuando elige. Hay adquisiciones o elecciones que son más racionales que otras, pero a la larga es la emoción la que termina haciéndote optar. Si a eso le añades una sociedad que no ha sido educada para informarse, pues ahí tienes los resultados. Cada votación en el Perú es como un salto rogando que caigamos bien.

¿Cuánto ha cambiado el mercado en estos años?
El gran cambio en la economía del Perú en estos 10 años ha sido la emergencia de la clase media. Este fenómeno es el gran motor movilizador de la economía hoy. Esto tiene matices no solo económicos y hasta sociológicos, es un fenómeno hasta novelable. Son millones de sagas personales, que se transforman en sagas familiares. Imaginarse a alguien que tuvo que huir de la pobreza extrema en la sierra para venir a clavar una estera en un arenal aquí y que con el paso del tiempo convirtió su territorio en la clase media del Perú. Esto es casi una historia épica.

¿Tendrá la clase media un límite?
Todo tiene un límite. Creo que seguirá creciendo, no sé cuánto más. Tendrá un tope, porque pobreza en un país como este, tan difícil, es imposible que se erradique. Considero que al momento de hablar de los estratos socioeconómicos del país, la imagen de la pirámide económica cambiará por la de un rombo. La clase media hace sostenible el crecimiento por un tiempo más. Lo que temo es que no avancemos en los indicadores de desarrollo. Somos un país de media tabla, mediocre en casi todos los indicadores. Jamás llegaremos a revertir eso si no invertimos en la educación.

¿Eres optimista sobre el futuro del país?
Cuando publiqué la primera versión de este libro, era más optimista que hoy.

¿Qué ha pasado en estos cinco años?
¡Qué no ha pasado! No hubo una verdadera reforma del Estado, no hay verdadera gestión pública. Hace cinco años hablábamos de que teníamos una buena ‘caja de reservas’ grande y había expectativa por ver qué se podía hacer. Hoy, vemos un país con más dinero que nunca, pero con una capacidad de gestión terrible. El desperdicio que hay ahí, el descontento que surge por eso, es muy merecido. Parafraseando un texto de Luis Alberto Sánchez, yo decía que el Perú es un país adolescente, tratando de encontrarse a sí mismo. Hoy creo que somos algo más peligroso, quizás un adolescente con plata, que cree que puede hacer muchas cosas e ir cagándose sobre muchos fundamentos obvios. Por esto es que probablemente soy más pesimista que hace cinco años.

Y con esta visión, ¿qué les transmites a tus hijos?
Mira, trato de señalarles el camino correcto sin sermones. Los llevo a conocer el país, visitamos juntos manifestaciones artísticas. Los llevo al teatro, a ver obras de arte. A través de estas manifestaciones es que trato de decirles cuál es el camino.

Y en medio de todo esto, ¿cuánto ayuda la lectura?
RECREO, que es la organización que fundé con Javier Arévalo, está llevando bibliotecas a las escuelas. Es increíble que en nuestros colegios no haya bibliotecas. Nunca seremos un país desarrollado si no hay acceso al libro. La lectura es la primera piedra para construir abstracción y consciencia crítica en el ser humano. Tú no estarías entrevistándome si yo no hubiera leído lo que leí en mi vida. Yo pasé mi niñez en un mercado mayorista en Trujillo, estudié en un colegio mediocre y memorístico. Estudié una carrera técnica, no soy profesional titulado. Lo que me puede diferenciar del resto es que desde muy niño empecé a cultivarme a través de la lectura.

Lamentablemente, seguimos leyendo muy poco…
Una vez, caminando junto a Javier Arévalo, nos encontramos un grupo de cocineros. Uno de ellos nos detuvo y me dijo que empezó a leer en el colegio desde que nosotros (con Javier) llevamos el Plan Lector a su escuela. “En mi promoción, yo soy el único que entiende bien las recetas al leerlas”, dijo muy contento. La lectura no solo te abre el cerebro, también te puede hacer mejor matemático. ¿Cómo vas a resolver un problema si no entiendes el enunciado? Así hay miles de ejemplos. ¿Cómo nos vamos a comparar con Finlandia, un país en donde un niño lee 50 libros al año? En Perú, hasta antes del Plan Lector, se leía menos de uno. La verdad, no hay comparación sobre lo que puede lograr un país con respecto al otro.