(Foto: Cortesía Pachi Valle Riestra)

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Por Steve Romero Alvarado / @Steveromal__

El Festival de Artes Escénicas de Lima (FAEL-2013) nos presenta De Pichangas y muñecas. La directora Pachi Valle Riestra nos detalla todo el proceso de creación de su última obra.

¿Qué significa la danza para ti?

Danza es comunicación, no es la manera más común pero es eso en sí. Puedes transmitir un principio físico, una emoción, estética, una idea. Es el arte de comunicar de una manera alternativa que le brinde un trabajo distinto al cerebro del espectador. Como bailarina que fui, o como creadora que soy, creo que tengo la responsabilidad de comunicar algo, lo que sea que me proponga. No puedo negar que la danza es lo más placentero que uno puede sentir.

¿Sientes que eres un referente de la danza en el Perú?

Sin duda (entre risas). Cuando regresé al Perú el año 1995 formamos la Escuela de Danza Pata de Cabra junto a Mirella Carbone y Rossana Peñaloza. Fue una escuela muy influyente, de ella han salido muchas de las personas que ahora están trabajando activamente en Danza. Desde esa unión creo que he venido realizando una labor significativa y no me mostraré con modestias ridículas ya que siento que mi aporte sí es importante.

¿Qué pasó con Pata de cabra?

Por motivos económicos cerró luego de ocho años, a partir de ese momento me he desempeñado como independiente. He estado sin parar, sin tregua, trabajando día a día; desde la educación hasta la creación. A pesar de que ya no bailo hace dos años, he llegado a ser un referente al igual que muchas personas.

¿Cuál fue tu primer contacto con la danza contemporánea?

En Colombia, entré muy pequeña a una escuela imitando a mi hermana que bailaba ballet. Era la primera escuela de Bogotá, su nombre era El Estadio y fue fundada por el colombiano Rafael Sarmiento y por la rumana Irina Brecher, que años después me vengo a enterar que era la coreógrafa de los bailarines de Michael Jackson. Ahí se enseñaba mucho ballet y jazz con algunos cursos de danza contemporánea. De pequeña me encantaba el jazz y me sucedía todo lo contrario con el ballet; al mudarnos a Cali noté que solo enseñaban lo último, así que tuve que practicarlo, a partir de ese momento quedé enganchada.

¿Qué es lo que nos ofrece De Pichangas y muñecas?

Hay un montón de cosas que compartimos con otras sociedades en lo que respecta a género, no es exclusivo de nosotros. Lo que yo trato de hacer en la obra es retratar a algunos de los estereotipos masculinos y femeninos; al retratarlos estoy representando imágenes de tal manera que el público vea algo figurativo. Habrán situaciones que podrá reconocer, por ahí una que otras que nos sorprenda, lo que te explico es más que todo la primera parte. La segunda parte tiene que ver más que todo con los estragos, con los conflictos que los actos previos nos dejan.

¿Qué es lo que intentas reflejar?

Bueno, a estas alturas no intento dar un mensaje; a mí personalmente me parece que estos patrones son algo tristes y nos alejan. Muchas cosas han cambiado y la permanencia de estos comportamientos no nos permite avanzar como sociedad de manera integrada, hombres y mujeres. Más que dar un mensaje, intento mostrar una reflexión. Imagínate que uno con una obra de danza quiera cambiar al mundo, no es eso. Esta obra puede enganchar a gente que no necesariamente ha visto danza antes.

¿Qué tipo de apoyo reciben por parte de la Municipalidad de Lima?

Ellos nos han brindado un monto para la producción y además brinda el espacio para los ensayos durante tres meses, es por eso que se llama “residencia”, porque prácticamente nos hemos mudado al Teatro Municipal. Que uno tenga un espacio para trabajar es una ayuda inmensa ya que siempre es complicadísimo encontrar el lugar donde hacerlo. Estas salas son preciosas, están habilitadas para danza, cuentan con el piso ideal y además, estamos tan acostumbrados a realizar proyectos y no ganar nada, que el hecho de poder tener un sueldo mensual y algo de dinero para la creación es una novedad.

¿Cómo llegaste al FAEL?

Yo fui la ganadora del premio a la Residencia de Gran Formato-Danza, esta convocatoria es la única de las residencias que coincide por tiempos con el FAEL, por ende somos el único estreno. Hay varios grupos peruanos pero yo conservo una doble emoción, primero por representar a las residencias de danza y segundo, por estrenar en el FAEL.

¿Cómo haces para manejar tus tiempos?

Actualmente, por una lesión, he dejado de enseñar en la Católica; estoy realizando otro tipo de trabajos que me han permitido acomodar mis horarios. Si hubiera estado enseñando, no hubiera tenido ningún inconveniente, yo sé organizarme bien. Dentro de la tragedia que ha significado el lesionarme de la rodilla y tener que dejar de dictar clases, ha llegado la residencia para motivarme a seguir.

¿Cómo hiciste para seleccionar a tus bailarines?

Para empezar, sin duda alguna, me deben parecer buenos artistas. Con muchos de ellos he trabajado desde hace mucho tiempo. Por ejemplo con Cori Cruz, Carola Robles y Miguel Ángel Robles. Desde el año pasado estuve trabajando también con Margot Lozano, Tatiana Vizcarra, Renzo Zavaleta; digamos que en la mayoría de los casos hemos tenido trabajos previos donde he notado su profesionalismo y su entrega. Rolando Rocha es un bailarín peruano que hace trece años se fue a Francia para trabajar. He tenido la suerte, gracias a esta residencia, de traerlo para mostrarle al Perú su regreso, qué mejor que hacerlo en De Pichangas y muñecas. Su llegada hace un par de semanas ha servido para inyectarle una gran dosis de energía a todo el equipo. Miluska Pachas y Marlon Cabellos son dos personas con las que nunca había trabajado, pero siento que no me equivoqué. Estoy muy contenta con el equipo.

¿Cómo fue tu formación antes de ingresar a la SUNY?

Yo nací en Estados Unidos y vine al Perú luego de seis meses. Luego crecí en Colombia. Cuando regresé a los catorce años tuve la suerte de participar en lo que era el inicio de dos grandes cosas. Primero, el Ballet Municipal, donde participé en unos cuantos espectáculos como parte del cuerpo de baile, y también del Grupo Íntegro, en ese entonces con Óscar Naters. Son cosas que suceden cuando uno llega en un momento muy importante, pero luego me fui ocho años. Ni bien regresé a Lima, July Naters me contactó para que participara en una de sus obras (como bailarina) junto a Carlos Alcántara, quien era el protagonista. En la State University of New York (SUNY) nos educaban con la intención de bailar en una gran compañía de Europa, pero por lo visto mi camino era otro.

¿Has conocido a alguien que buscó con la danza lucrar antes que hacer arte?

Yo creo que nadie que estudia danza quiere hacer dinero (risas), eso está bien lejos. Si alguien pensó que iba a hacer dinero con la danza se chocó a la primera, le cayó un balde con agua fría. Fuera de bromas, hay quienes piensan que la danza les puede brindar éxito o fama, eso solo llegará si eres bueno en lo que haces y, obviamente, si te fascina y estás dispuesto a ser disciplinado y riguroso. Es una carrera bien dura.

¿Qué mensaje final quisieras hacer llegar a tu público?

Que la gente consuma arte en general. Yo creo que somos una sociedad que lo apreciamos como algo elitista y no debe ser así. El arte nos estimula y divierte, no es una diversión tonta y vana, sino una diversión que aporta al hacernos sentir de manera distinta. No hay que tenerle miedo al arte y preconcebirlo como aburrido.

Tome nota:

De Pichangas y muñecas se estrenará en el Teatro Municipal de Lima (Jirón Ica 377- Cercado de Lima) el 21 de noviembre y se presentará hasta el domingo 24 como parte del Festival de Artes Escénicas de Lima (FAEL – 2013). Las entradas están a la venta en Teleticket de Wong y Metro.