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Por José Miguel Silva @jomisilvamerino

“Mi intención cuando empecé a escribir fue llenar un vacío en mi vida. Deseaba gozar las experiencias que, según había visto en las películas, correspondían a la primera juventud”, escribe Sergio Galarza Puente en la página de presentación de una nueva edición de Matacabros (Estruendomudo 2013).

Dieciséis años después y con el doble de lecturas a cuestas, este autor peruano de 37 años espera cautivar a un público diferente, quizás más joven o tal vez no tanto. “Muchos me escriben para preguntarme dónde podrían encontrar mi primer libro. Ahora ya lo saben”, me dice cuando le pregunto por qué se animó a lanzar una tercera edición.

Poco queda hoy de aquel Sergio joven que escribió estos ocho cuentos. No obstante, como él mismo lo dice, “si le pasan la voz para jugar una pichanga o tomar unas chelas, ahí estará”.

¿Cómo fue tu acercamiento a la literatura?
La persona que más influyó en esto fue mi madre. Era la persona que más leía en casa. Se encargó de formar una gran biblioteca. Yo la veía pasarla bien leyendo, pues pensé que la lectura era una actividad interesante. Lo primero que leí fue Un mundo para Julius.

¿Recuerdas a qué edad?
Creo que tenía 10 años. Como veía a mi madre tan emocionada con el libro, se lo pedí. Es cierto, había algunas partes que yo no entendía, pero me aventuré a leerlo. Yo había ya leído literatura infantil, pero no para adultos. Con ese primer libro descubro un mundo muy interesante y en el cual yo quería vivir. Un mundo para Julius me marcó.

¿Y en qué momento pasaste de la lectura a la escritura?
Fue un paso bastante natural. Me leí todos los libros de la biblioteca de casa y no tenía dinero para comprar libros por mi cuenta. Tampoco me atrevía a pedirles dinero a mis padres. Ellos sabían que yo leía pero no más. Para suplir esa carencia, empecé a escribir mis propias historias. Además, sentía un vacío en lo referente a literatura juvenil. Yo había leído Los inocentes y también a todo Ribeyro. No encontraba historias sobre adolescentes, entonces empecé a escribir mis propias historias.

¿A qué edad escribiste los relatos que componen Matacabros?
Bueno los hice durante un año, entre los 18 y 19 años. Por entonces, yo asistía al taller de literatura que dictaba Cronwell Jara en la Universidad de Lima.

Es casi imposible no identificarse con alguno de los personajes de las ocho historias que hay en Matacabros
Tenía un temor con esta reedición. Han pasado 16 años y tengo otra visión. Pensaba que quizás el libro podía quedar antiguo, sobre todo por la época en la que está situado. A la larga, me he dado cuenta que más que la época, lo que más resalta en este libro son los sentimientos de los personajes.

¿Te presionó un poco que tu primer libro tenga tan buenas críticas?
No era tan consciente de ello en ese momento como lo soy ahora. Mira, publiqué una primera novela hace un par de años y para la segunda tuve mucha presión. A la primera le fue bastante bien, me dieron un premio, tuve mucha prensa, y sentía que con la segunda novela debía superar eso. En el caso de Matacabros, no ocurrió tanto así porque moviéndote en el medio literario limeño, me parecía que era más fácil alcanzarles el libro a las 10 personas que trabajaban en prensa y que mi libro fuera reseñado en esos mismos medios. Eso ocurrió con el resto de mis libros, había un techo bajo. Ese era mi límite, un cielo casi al ras del suelo. No es por despreciar, pero no teníamos más en ese momento. Yo creo que hoy sí hay más posibilidades de que se enteren de tus publicaciones.

¿Por qué sacar una nueva edición de Matacabros?
Álvaro Lasso me ofreció hacer eso por los quince años del libro. No se pudo y lo sacamos un año después. Pienso que hay un nuevo público lector y muchos de ellos estaban interesados en leer este libro. Algunos me preguntaban por correo: ¿cómo puedo conseguir tu libro?

¿Siempre tuviste claro que el libro llevaría el nombre del octavo cuento?
Inicialmente, el título de ese cuento era Un trabajo sucio y bueno, como saben, Cronwell Jara es el autor de Montacerdos, que viene de esta familia de títulos que junta palabras. Él me decía que el cuento estaba bien, pero que el título no era redondo. “Son un grupo de amigos que se dedica a matar cabros, entonces el título debe ser Matacabros ”, me aconsejó. A mí el título me gustó, me pareció más contundente y original.

¿Cuánto ha cambiado tu visión de la literatura en estos 16 años?
Mis personajes siguen siendo unos románticos, siguen buscando un ideal, una especie de nirvana. La rabia se ha mantenido. Mis libros son una especie de denuncia sobre algo que está mal. Tampoco son unos manuales de conducta, sino más bien una explosión, un grito adolescente, juvenil o de un adulto.

¿Qué se viene ahora?
Completaré mi Trilogía Madrileña, que empezó con Paseador de perros, ha seguido con JFK, y ahora estoy con una historia autobiográfica también, sobre una librería enorme en la cual yo trabajo. Es una historia sobre la desaparición del papel y sobre la lucha entre jefes y empleados. Aparte de eso, tengo un libro de cuentos nuevo y una elegía sobre mi madre. En resumen, son dos cosas más o menos terminadas y una en proceso.