(Foto: Carlos Mucha)

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CÉSAR VALERO

Eduardo Adrianzén (Lima, 1964) nos recibe en su departamento de Miraflores a pesar de estar aquejado por un malestar estacional. Siempre dispuesto a decir cuanto piensa, esta vez nos habla de Los veranos son cortos, su más reciente obra llevada a las tablas por el grupo Ultramar y Vodevil Producciones. La puesta en escena se queda hasta este domingo en el ICPNA de Miraflores.

ENLACE: Los veranos son cortos, interrogantes sobre el modelo educativo

La idea de la obra se entiende de buenas a primeras. La crítica es al actual modelo universitario. En ese sentido, ¿cuáles son los riesgos de este modelo con clientes en lugar de estudiantes?

El riesgo es que se piense que una universidad es una especie de internado de monjas en el cual hay que llevar reglas como si fuesen niños y no adultos mayores de edad. Yo pienso que la universidad es un lugar donde la gente joven justamente se forma para su vida útil, pero se debe formar sobre el criterio que es una persona adulta que tiene que conocer el mundo de verdad, las formas diferentes de pensar, ópticas distintas para la vida, para enfrentar un trabajo. A mí me parece raro que se quiera vender como modelo universitario un lugar donde el alumno es un ente pasivo donde solo recibe y recibe conocimientos pero no existe debate alrededor de ellos. Ese es en realidad mi mayor reparo con ese modelo de universidad que solo se centra en vender un mundo con una visión absolutamente empresarial y no humanista.

¿Fue casual sacar la obra justo en este momento?
Fue casual. Yo no sabía que se estaba debatiendo la Ley Universitaria. Yo quede con escribir esta obra para Ultramar el año pasado, como por junio o julio por ahí y terminé poco antes de empezar a ensayar. Todavía no estaba para nada esto de la ley en debate, pero me pareció una casualidad muy divertida.

Hablando de eso, ¿cuál es su percepción sobre esta norma?
Primero, la ley me pareció bien estricta con algunas cosas, con esto de titulaciones y doctorados. No la conozco tanto, no la he analizado tanto, pero me causó una impresión un poco mala al principio, pero creo en el fondo es beneficiosa en algunas cosas y en otras tal vez no. Mi mayor reparo es esa obsesión por crear siempre grados más y más y más altos que hacen que la gente se quede estudiante hasta los 80 años. Cuando terminan de estudiar a los 80 años, los botan porque tienen 80 años. Es un poco raro, hay una serie de contradicciones muy extrañas.

La mayoría de universidades privadas están en contra…
No puedo opinar tanto, pero me tranquilizó por ejemplo leer que no van a botar profesores a los 70 años.

Hay una excepción…
Bueno, es lo mínimo porque yo conozco a unos 300 profesores mayores de 70 años que saben mucho más que 50 chicos con 40 Ph.D.

¿Por qué la historia se desarrolla en una universidad de marketing? ¿Hay alguna razón especial?
Se está poniendo de moda el modelo de empresa antes que universidad y no solamente en las universidad especialistas en marketing – las que me parecen bien, tiene que haberlas -, sino también se están contagiando universidades tradicionalmente con formación humanista. Y eso es una visión que se tiene del mundo, del pensamiento único. No sé porqué acá los términos medios son tan difíciles. Hubo una época en la cual la universidad nacional, por ejemplo, tenía el fundamentalismo de la izquierda. Yo soy de San Marcos y era una cosa terrible porque enseñaban maoísmo y leninismo para todos, me parecía atroz que solo existiera esa forma de pensar y ahora pasó al revés, ahora el fundamentalismo es neoliberalismo para todo y me parece una cosa tan absurda como la otra, sobre todo porque el neoliberalismo que enseñan acá, el modelo que pretenden imponer, ya está superadísimo en otros países.

No hay investigación en las universidades…
Es una cosa patética. Todos los científicos de este país te van decir que lo que se destina a eso es una cosa irrisoria y con eso no se va a avanzar. Aparte, acá hubo un problema grave en los 90. Se dieron licencias para universidades como si fueran chifas, entonces cualquier persona ponía su universidad. Es una cosa que no tiene sentido en ninguna parte del mundo.

Ahora el gobierno quiere crear una universidad en Tarma, contradiciéndose con la Ley Universitaria
No puede haber universidades como hay salchipaperías. La educación es algo vital como la salud. La salud y la educación son ejes de desarrollo de un país, la gente que no está sana no puede desarrollar un país, la gente que es un bruta no puede desarrollar un país, entonces es una cosa tan elemental que eso sí necesita un control y un cuidado muy grande. No es un negocio más, o sea, ‘si tengo plata pongo una universidad’, no, pon otra cosa, pon una empresa para hacer telenovelas, o lo que quieras, pero no algo que para formar a la gente.

Plantea esta crítica a través del teatro y, justamente, la trama de la obra se desarrolla en unas clases de teatro. ¿El teatro es uno de los últimos reductos de pensamiento libre, de la reflexión?
El teatro es como la sociedad peruana. Hay gente que hace de todo. Algunos hacen una cosa, a otros les gusta otra. A mí me gusta hablar de temas así, a otra gente no le gusta y bacán. Lo único que me interesa es que uno sea honesto con lo que le interesa, con lo que quiere, y para eso debe saber qué es lo que le jala más como escritor, como creativo. Es una decisión personal. No me gusta decir que en el arte debe haber una forma única de trabajar, eso no me pare ce justo, cada uno tiene derecho a hacer el teatro que quiera. Evasivo, de entretenimiento, simpático, gracioso, mas chinchoso, mas cuestionador, lo que fuera, la única condición es que lo haga bien, eso es todo.

(Foto: Carlos Mucha)

Dentro de las líneas de Los veranos son cortos, uno de los personajes sugiere hacer El rey león o una comedia, pero el resto de sus compañeros se opone…
Es muy buen bonito hace El rey león, bien hecho es muy bueno.

¿Entonces no tiene nada en contra de este tipo de producciones?
Yo no tengo nada en contra, en absoluto. Estaría en contra de mis amigos, el teatro industrial es también muy bueno también porque está generando trabajo para un grupo grande de colegas, de compañeros, y se está convirtiendo en una pequeña industria y eso es buenísimo para nosotros. Lo ideal es que haya espacios para otros.

Se habla también bastante de la libertad, la libertad dentro de las universidades.
Yo soy sanmarquino y de la Católica, entonces la libertad me parece intrínseca al concepto de universidad. Hay universidades que tienen reglas tan anticonstitucionales como que un chino no puede entrar con pantalones cortos a la clase. Eso me parece ya que estamos hablando de un internado del siglo 18 o estamos hablando de cosas que se van por una formalidad absurda cuando lo que interesa es abrir tu mente al mundo entero. Yo no entiendo universidades que no permiten federaciones de universidades, no entiendo universidades que no permiten todo lo que hay en la vida, en el mundo. Hay universidades que tienen estatutos tan extraños, que el alumno hasta firma que no va a intervenir en política. ¿Qué es eso? La política es un lugar para que todo eso se conozca y así no llevar simplemente rebañitos de ovejas como en Pink Floyd a la demoledora de carne.

¿En su quehacer como guionista ha tropezado alguna vez con la censura en el teatro o la televisión?
Yo he me pasado la vida entera tratando de ver hasta dónde jalo la pitita, lo que puedo hacer, dependiendo donde esté. En el teatro no he tenido ningún problema ni lo tendría nunca porque simplemente no se me ocurría meterme en sitios donde sé que voy a tener problemas. No he tenido ningún problema, pero si lo tuviera ten la seguridad de que me no quedaría muy tranquilo.

Eso me lleva a una gran cuestión de la obra: ¿está justificado negociar o ceder en tus sueños u objetivos?
Yo no creo que exista persona que no haya negociado para poder hacer las cosas, pero una cosa es negociar y otra es ponerse en cuatro, hay una gran diferencia porque nada tampoco es blanco y negro. Así como el fundamentalismo de derecha es tan grave como el de izquierda, es tan grave decir que no debes nunca negociar ni ceder a nada y ser un radical siempre en todo. Siempre se puede conversar, siempre existe el dialogo, siempre exista una manera de llegar a acuerdos.

Hace un momento mencionó que sabe dónde trabajar, dónde no le van a poner trabas, pero en la obra no se aplica eso. Los chicos de Los veranos son cortos montan su obra conociendo los parámetros de la universidad, los que dicho sea de paso no deberían existir…
Los conflictos salen porque los chicos están en un lugar donde les dicen que los alumnos mandan, son los clientes, son los que deciden la calidad del producto, pero cuando tienen un producto les dicen que no es así. Y ahí está la contradicción, que son las contradicciones que el sistema te pone todo el tiempo porque el sistema es muy bueno para darse la parte que sí hay libertad, pero yo no conozco nada más cerrado ni más rígido que los parámetros neoliberales.

Hay un personaje que me llama la atención bastante, el de Zarella, la encargada de la limpieza. Al final de la obra, una de las chicas le menciona que la obra es para ella, pero Zarella ni enterada.
Eso tiene que ver con una visión que también hay a veces en los artistas. Es una autocrítica para todos. A veces nos manejamos en espacios que no son necesariamente populares y que no son accesibles para todos. A mí toda la vida me ha interesado la democratización del arte y por eso hago televisión también porque es un lugar donde también puedes soltar ideas o trabajar en teatros que son mucho más accesibles que otros. Hay el riesgo de pensar que uno hace las cosas para los demás, pero esos demás no tienen la manera de verlas porque tienen entradas de S/.80, porque están en barrios que les queda lejos, por muchas cosas.

Desde la voz de la rectora, uno de los personajes fundamentales de la obra, dice que patria es una palabra más. ¿Eso es lo que piensa?
La rectora dice eso porque es lo que ella cree. La rectora de alguna manera habla del pensamiento que he escuchado mucho dentro de un grupo, de una elite especial que hubiera preferido nacer en otro país, en Chile, en Estados Unidos, pero como han asumido que nacieron acá, lo que tienen que hacer es pasarlo lo mejor posible y sacarle el mayor provecho posible.

En Twitter escribió a propósito de 28 de julio que para otras personas, patria es sinónimo de matar.
Si se cree que patria es un ejército y tener armas, por supuesto. Se han confundido cosas terribles. Acá hay gente que cree que patria es solamente un desfile militar, poner tanques y llevar soldados y parafernalia de guerra cuando patria es cultura, es la cultura de tu país, patria es tantísimas cosas que van mil veces más allá que un tanque, pero el concepto patria fue tomado por el ejército y la iglesia, es algo terrible.

Finalmente, sobre el dilema final de Los veranos son cortos, la pregunta que deja abierta, ¿usted qué elige?
¿Si harán o no harán la obra? ¿Cómo será? Me gusta que la gente salga pensando porque cada uno (de los personajes) tiene una razón para hacerla o no hacerla. Lo que pasa es que al final la gente con poder no te dice, no te prohíbe, no te censura, no te aplasta, lo que te da al final es lo que le sobra. (A los chicos) les da el salón de arte para que hagan ahí sus tonterías y normal porque no les importa. No sé, habría que ver qué tan real es que les dan el salón al final. No sé si yo hubiera aceptado.

La profesora de teatro también se queda sin saber qué hacer…
Es que finalmente un montaje de teatro no es propiedad del escritor, ni de la directora, ni de los actores, sino de todos. Entonces, que todos decidan.

DATOS DE LA OBRA

  • Hasta el 24 de agosto en el Auditorio ICPNA Miraflores a las 8:00 pm
  • Entradas: S/.40 en Teleticket y en el ICPNA

TRÁILER DE LOS VERANOS SON CORTOS