La hierba brachiaria es altamente resistente a las enfermedades.  (Foto: CIAT/Flickr)

La hierba brachiaria es altamente resistente a las enfermedades. (Foto: CIAT/Flickr)

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Una investigadora de origen africano cuyo sueño es devolver la hierba al continente, trata de impulsar el cultivo de una planta tan robusta que no se ve afectada por enfermedades o plagas y puede crecer durante todo el año.

Segenet Kelemu nació en una pequeña aldea de Etiopía, donde la tarea principal de las mujeres eran los trabajos del campo. En un principio Kelemu quería estudiar medicina, pero cuando tenía 15 años, llegó una plaga de langostas a la aldea que destruyó completamente las cosechas y en ese momento decidió dedicarse a la agricultura. A pesar de que los padres de Kelemu estaban en contra de su decisión, ella continuó sus estudios e ingresó en la Universidad de Cornell en EE. UU. para investigar en profundidad las enfermedades de las plantas y hacer su doctorado.

Al terminar sus estudios, Kelemu viajó a Colombia donde conoció la hierba brachiaria. La investigadora cuenta que esta hierba, que originalmente procede precisamente del continente africano, “tiene un sistema de raíces muy extensivo que enriquece el suelo, previene la erosión y puede crecer en zonas húmedas o secas. También tiene la capacidad de reducir la emisión de gases de efecto invernadero”.

El deseo de reintroducir la hierba brachiaria en África nació cuando Kelemu trabajaba en Brasil y Colombia. “Es un cultivo que se utiliza en grandes extensiones del mundo para obtener forraje de animales. El ganado tiene una importancia extraordinaria en África, especialmente en Etiopía, pero la productividad es muy baja por el forraje que comen, es realmente difícil encontrar alimento para los animales y esta hierba sería la solución”, dice la científica para explicar su proyecto.

En 2007, después de 25 años, Kelemu regresó a África, donde recibió una ayuda de seis millones de euros para traer estas hierbas de alta calidad de vuelta al continente. Tras varios años de investigaciones, Kelemu descubrió que algunos hongos viven de forma simbiótica con esta hierba y la ayudan a resistir enfermedades y plagas.

“Esto es parte del secreto por el que esta planta puede vivir en una variedad tan grande de zonas ecológicas”, destaca la investigadora en una entrevista que concedió después de recibir el premio L’Oreal-Unesco Women in Science como una de las mujeres científicas del año. Kelemu subraya que no se trata de una técnica de modificación de genes: “Estamos haciendo que la naturaleza haga todo”.

En cuanto a sus resultados, Kelemu señala que “ahora hay cultivos en Kenia, Uganda y Ruanda. En Etiopía el gobierno también quiere esta hierba e incluiremos a este país en el programa en los próximos meses”.

Fuente: RT en español