(Foto: Cortesía Morguefile)

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Cuando los representantes de la UE elevaron el nivel de las sanciones contra Rusia en julio, no podían predecir lo que iba a ocurrir a continuación. Moscú reaccionó con una amplia prohibición de importar alimentos de la Unión Europea, Noruega, Australia y Canadá. Ahora, Bruselas está pidiéndole al resto del mundo que la secunde en sus planes a la hora de negociar con Moscú.

El embargo impuesto por Rusia a múltiples productos de no solo deja un gran vacío en el mercado, sino que genera lucrativas oportunidades de las que pueden usufructuar otros países. Varios países sudamericanos, como Brasil, Perú y Chile, ya están avizorando potenciales beneficios imprevistos.

Alternativas latinoamericanas

Rusia gastó el año pasado 25.200 millones de dólares en las categorías afectadas por el nuevo embargo. Una portavoz del Servicio de Control Veterinario y Fitosanitario ruso dijo la semana pasada que estaba sosteniendo encuentros con importadores de alimentos para discutir sobre mercados alternativos para abastecerse. Añadió que Brasil y Perú están dispuestos a proveer considerables cantidades de carne, mientras Ecuador y Chile esperan cubrir la demanda de pescado y productos lácteos.

Fuentes de la oficina del Comisionado de Comercio de la Unión Europea fueron reacias a hablar sobre los países específicos involucrados, pero señalaron que funcionarios de la UE sostienen actualmente conversaciones a diversos niveles para disuadir a naciones latinoamericanas de llenar los vacíos dejados por las sanciones. Añadieron que no hay herramientas legales para forzarlas a acatar, pero la UE puede apelar a su conciencia ética y destacar las consecuencias políticas de intentar ganar dinero fácil a costa de las sanciones aplicadas contra Rusia por su proceder en Ucrania.

El negocio es el negocio

Pero ¿cuán dispuestos estarán países latinoamericanos como Brasil o Chile a acceder a los deseos de la UE si hay miles de millones de dólares en juego? No mucho, dice Carl Meacham, director del programa para las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington. Y señala que, a la hora de hacer negocios con Moscú, “Latinoamérica no tiene un imperativo moral de respaldar la política europea con respecto a Rusia”.

Probablemente esté en lo cierto. Seneri Paludo, secretario de política agrícola del Ministerio de Agricultura de Brasil, ya anunció que cerca de 90 nuevas plantas de la industria cárnica brasileña habían obtenido la aprobación para exportar carne de res, pollo y cerdo a Rusia. También están en marcha esfuerzos por incrementar las exportaciones de cereales y soya a ese país.

Funcionarios de Bruselas indican que, con miras a que las sanciones de la UE contra Rusia resulten eficaces, su tarea consiste no solo en convencer a los países miembros afectados de que tales medidas van por buen camino, sino también en explicar su importancia al resto del mundo.

(Fuente: Deutsche Welle )