(Foto: Morguefile)

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Ni siquiera el personal sanitario parece ser inmune al ébola, pese a las medidas de protección. Se trata de un virus muy resistente y el rechazo de muchos pacientes a la medicina convencional complica las cosas.

En África Occidental, el virus del ébola ha dejado ya un millar de víctimas. Pese a los grandes esfuerzos de los médicos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las organizaciones de ayuda humanitaria, el virus se extiende cada vez más.

A diferencia de lo que ocurre con la gripe, que se transmite también por el aire, para contagiarse con el virus del ébola las personas deben entrar en contacto directo con fluidos corporales de un infectado, como sangre, orina, heces o sudor, o tocar objetos contaminados. Lo peligroso de este virus es que es extremadamente resistente y queda adherido durante mucho tiempo a las superficies.

Un virus resistente

Si el fluido corporal de un infectado por ébola llega a un plato o a la tapa de un inodoro, puede permanecer allí durante días y ser transferido a otra persona. Igualmente peligroso es que, cuando una persona muere, el virus no muere automáticamente. Vive hasta una semana en el cuerpo del fallecido y continúa infectando.

Los investigadores creen que así es como se ha propagado la epidemia actual. En diciembre de 2013, un niño debió infectarse al consumir un zorro volador. A partir de entonces, el “paciente-0”, es decir, el primer infectado, empezó a contagiar a su entorno inmediato.

Cuando el virus entra en el cuerpo, se propaga rápidamente y afecta a todos los órganos. El sistema inmunológico puede que no responda suficientemente rápido. La mayoría de los pacientes muere a causa de un fallo orgánico, porque el virus activa la coagulación de la sangre, por lo que se cierran los vasos sanguíneos y el suministro de oxígeno a los órganos.

El personal sanitario también se contagia

Pese a que se conocen las vías de infección, cada vez enferman más funcionarios sanitarios. El Instituto Bernhard Nocht (BNI) considera que el personal médico no cumplió o no pudo cumplir con las estrictas medidas de seguridad, ya fuera por falta de formación para el tratamiento de los pacientes o por falta de materiales, como desinfectantes para los trajes de protección.

La epidemia podría tener, teóricamente, un fin rápido. Pero no está solo en manos de los médicos. La lucha contra el ébola necesita también de la educación de la población, porque las costumbres a veces obstaculizan la erradicación del virus.

En este sentido, el BNI recomienda consultar a los antropólogos, ya que, en muchas zonas afectadas de África, la importancia de una ceremonia fúnebre sigue siendo superior a la de un nacimiento o una boda. Los muertos se dejan un tiempo en casa, se velan y se tocan. Momento en el que el virus, todavía vivo en el fallecido, puede pasar a personas sanas e infectarlas.

Por otro lado, muchas personas consideran que su enfermedad es como una maldición y, por tanto, rechazan la medicina tradicional y no se dejan tratar por médicos, meno si son blancos.

La clave del éxito en la lucha contra el ébola está en la educación. Los infectados deben animarse a buscar ayuda en los hospitales y los familiares necesitan aprender cómo protegerse.

(Fuente: Deutsche Welle )